La comunidad de Santa Rosa, ubicada en la parroquia García Moreno, enfrenta una grave crisis agrícola debido a la falta de lluvias. La sequía detuvo casi por completo la producción agrícola, afectando a numerosos agricultores de la zona. Germán Ramos, un agricultor local, es uno de los perjudicados por esta situación.
Ramos, quien se dedica a la siembra y producción de fréjol, no ha podido sembrar en más de tres meses. Asegura que su producción habitual es de alrededor de 250 quintales cada cuatro meses. Sin embargo, observa cómo sus esfuerzos se desvanecen debido a la falta de agua. «El terreno está listo, pero no puedo sembrar por temor a perderlo todo,» comenta con preocupación. A pesar de que el gobierno ha organizado talleres para entregar kits agropecuarios, la distribución ha sido insuficiente. «Solo se sorteó un kit por cada diez participantes,» señala Ramos, quien asistió a todos los talleres con la esperanza de recibir apoyo.
La sequía no solo ha afectado la siembra de frejol. Ramos también ha tenido que abandonar un pequeño cultivo de papayas. «La falta de agua ha enfermado la producción y las plantas se están secando,» explica. Mientras trabaja, el polvo es una constante, evidenciando la aridez del suelo.
A pesar de las adversidades, Ramos ha logrado sobrevivir gracias al cultivo de guanábana. Sin embargo, la producción de esta fruta también ha disminuido drásticamente. «Antes cosechaba 2000 kilos al mes, ahora apenas llego a 200 kilos,» lamenta. Esta reducción en la producción ha afectado significativamente sus ingresos y su capacidad para mantener a su familia.
La situación en Santa Rosa es un reflejo de los desafíos que enfrentan muchos agricultores en la región debido al cambio climático y la falta de infraestructura adecuada para el manejo del agua. La comunidad espera que las autoridades tomen medidas más efectivas para mitigar los efectos de la sequía y apoyar a los agricultores que dependen de la tierra para su sustento.
Mientras tanto, Ramos y otros agricultores continúan luchando contra las inclemencias del tiempo, esperando que las lluvias lleguen pronto y les permitan retomar sus actividades agrícolas. «Es lo poco que tenemos,» menciona con resignación, pero también con la esperanza de que la situación mejore en el futuro cercano.